La fotografía contestataria de Ed van der Elsken, expuesta en Madrid

Desde mañana y hasta el 20 de mayo, la Fundación Mapfre expone en Madrid la retrospectiva más extensa realizada en nuestro país sobre el trabajo fotográfico y cinematográfico de Ed van der Elsken, sin duda, una de las figuras más relevantes de la fotografía holandesa.

Es posible que el nombre de Ed van der Elsken (Ámsterdam, 1925 – Edam, 1990) sólo sea conocido para los más iniciados en el panorama de la fotografía europea de la segunda mitad del siglo XX pero lo cierto es que la obra de este hombre puede darle la réplica con todos los merecimientos a la imagen americana de Robert Frank. Si Frank se hizo famoso por su primer libro, Elsken no consiguió nunca ese renombre pero produjo a la lo largo de su vida 20 libros y varias películas.

Allá por mayo del año pasado el Stedelijk Museum de Ámsterdan ofreció la mayor retrospectiva sobre este autor, que es la que llega ahora a la Fundación Mapfre que ha colaborado en su producción.

La muestra ofrece una nueva reflexión sobre el trabajo de este artista y muestra sus diferentes facetas como fotógrafo, cineasta y autor de libros. Además de una amplia selección de sus imágenes, la muestra incluye maquetas de sus publicaciones, hojas de contactos y bocetos que permiten comprender mejor su método de trabajo.

También la imagen en movimiento va a estar presente mediante fragmentos seleccionados de sus películas, en blanco y negro o en color, que permiten entender la estrecha relación que en la obra de Van der Elsken existe entre la práctica cinematográfica y la fotografía.

Los 4 apartados de la exposición

Fotografía subjetiva: Ed van der Elsken adoptó una postura que está a medio camino entre el documento y la ficción, distanciándose del documental más “objetivo” todavía en boga en ese momento, especialmente en el fotorreportaje. Además de fotografiar y filmar a sus personajes en situaciones que a menudo resultan teatrales, van der Elsken también realizó un gran número de imágenes sobrias y emotivas que revelan su profunda empatía y su sentido innato de solidaridad hacia los demás.

Escenas preparadas: preparar escenas fue una constante a lo largo de toda su carrera; rara vez esperaba pacientemente el momento “decisivo” y prefería provocarlo, de modo obvio al principio, pero progresivamente más al estilo de un director artístico dinámico y desenfadado. Ocasionalmente anotaba cosas que llamaban su atención en una libreta llena de listas de temas y hacía incluso bocetos, como storyboards con el típico formato cuadrado de su cámara. Quiso incluso hacer un libro sobre su vida cotidiana, incorporando lo que más tarde describiría como “elementos ficcionales idealizados”, pero nunca lo terminó.

Fotolibros: van der Elsken experimentó con numerosas técnicas en la edición y la maquetación de sus fotografías. El diseño dinámico y animado de sus fotolibros se convirtió en una de sus señas de identidad. Muchos de ellos alternan imágenes impresas a sangre (sin márgenes) con fotografías a doble página o imágenes más pequeñas impresas en una sola página o conformando una serie dispuestas en páginas enfrentadas. Le interesaba sobre todo encontrar la combinación adecuada de imágenes, tanto por su forma como por su contenido, para que al pasar cada página se revelara una obra de arte distinta, con su propia composición espacial.

Cine: a partir de 1959 el cine pasó a ocupar un lugar cada vez más importante en su trabajo. Siempre acompañadas de sus desenfadados comentarios, las producciones de van der Elsken se caracterizan por su fascinación por la vida cotidiana y por su propia vida en particular, y reflejan todos los temas que le interesan: el sexo, la infancia, el amor, la naturaleza, las injusticias sociales, el viaje, la vida callejera, la enfermedad y el ciclo de la vida. Su enfoque era generalmente autobiográfico, sus métodos poco convencionales y a menudo se incluía a sí mismo en la escena.

Ed van der Elsken

Ed van der Elsken (Ámsterdam, 1925 – Edam, 1990) fue un fotógrafo que desarrolló buena parte de su trabajo en las calles de distintas ciudades de todo el mundo, desde su Ámsterdam natal hasta París o Tokio, buscando lo que él llamaba “su” gente, gente auténtica y genuina con la que en muchos casos se identificaba.

La fotografía fue para él un medio con el que experimentar y exteriorizar su propia vida, razón por la que su personalidad queda reflejada tanto en la relación que entabla con sus personajes como en sus numerosos autorretratos.

La modernidad y la autenticidad visual de sus imágenes están en consonancia con su espíritu aventurero y, a la vez, con el estilo de vida inconformista de las personas cuya vida cotidiana compartía.

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