Pocos, muy muy pocos, serán los visitantes del Reina Sofía que acudan a la exposición de Michael Schmidt (Berlín, 1945-2014) con alguna de las imágenes del fotógrafo previamente registrada en sus retinas. ¿La razón? Schmidt es un creador reconocido por la crítica y bendecido por el MoMA pero en sus cincuenta años de carrera no ha producido ninguna imagen que se convirtiera en icónica por su valor estético o su singularidad documental. Decían de Duke Ellington que su verdadero instrumento era la orquesta. De Schmidt hay que decir que su medio de expresión son las exposiciones y los libros donde puede mostrar conjuntos de imágenes que agrupadas cobran un sentido, el sentido de lo que el fotógrafo quiere transmitir o documentar.
El Muro de Berlín a Michael Schimidt le dejó la vida dividida entre un antes de familia acomodada y un después de precariedad. Con una tienda, modus vivendi familiar, en el sector oriental y la casa en el occidental, 1961 fue el año que, ladrillo a ladrillo, le tapió el acceso a una buena educación y a un posible futuro burgués. No aprendió idiomas, no terminó el bachillerato, no hizo una carrera, trabajó nueve años de policía y la vida y su inquietud le hizo llegar a la fotografía. No por la vía de la ya pujante Escuela de Dusseldorf, sino por el sufrido camino del aprendizaje autodidacta y los clubes amateur. Después, él mismo sería profesor y mantendría durante una década un taller de fotografía para adultos en el que, además, se divulgó la obra de muchos documentalistas norteamericanos.
Con cerca de 350 imágenes, la inmensa exposición antológica que el Museo Nacional Reina Sofía dedica a Michael Schidt permite conocer todas las series que componen el conjunto de su producción a lo largo de medio siglo de actividad. En el recorrido se puede apreciar la evolución de los recursos expresivos del autor que empieza produciendo copias contrastadas de blancos quemados y negros empastados y pasa luego a evitar ambos extremos para producir originales cada vez más grises y carentes de contraste. Sólo al final de su vida creativa, decide incluir también el color entre los recursos de su discurso visual.
Schmidt desarrolló su trabajo en torno a series. La primera estaba dedicada a su barrio Kreuzberg, luego vino otro barrio, Berlin-Wedding y siguió con, Berlin nach 1945 (Berlín después de 1945) y Waffenruhe (Tregua) también sobre la ciudad. Todas las series retratan la ciudad que habitaban las personas y las personas que habitaban la ciudad. Los niños en la calle o en sus casas, los adultos, los emigrantes que llenan los barrios, los interiores, las calles.
En 1996 Schmidt fue consagrado en el templo del arte moderno. El MoMA colgó en sus paredes la serie Ein-heit (U-ni-dad) sobre la reunificación alemana y fue en décadas la primera individual de un alemán en el museo neoyorquino. En esta serie el fotógrafo da un paso más en la utilización de recursos expresivos ya junto a sus propias imágenes incluye otras que son fotografías de imágenes ajenas, bien fotos, bien recortes de prensa, que le sirven para introducir en su discurso sobre la memoria alemana momentos pretéritos que él nunca pudo fotografiar.
Como se puede comprobar en la retrospectiva del Reina Sofía, tras tantos años mirando a Berlín, Schmidt remató su carrera ampliando sus horizontes geográficos y temáticos. Primero adquirió una caravana, viajó con ella junto a su mujer y retrató otras localidades alemanas, son la incluidas en la serie Irgendwo (En algún lugar). Luego creó una serie que retrata a los jóvenes, especialmente las mujeres, en imágenes donde desaparece el contexto y, finalmente, se embarcó en un último gran proyecto Lebensmittel (Alimentos) una serie sobre todos los elementos de la cadena de la industria alimentaria desde la producción, el empaquetado, la distribución y la venta. Es aquí donde por primera vez utiliza el color. La serie se puede entender como una denuncia sobre el tratamiento industrial de nuestro sustento y gracias a ella se hizo merecedor del premio Pictet que le llegó ya en como, tres días antes de fallecer.
La exposición retrospectiva de Michael Schmidt estará abierta al público en el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid hasta el 28 de febrero de 2022.