Javier Sánchez-Monge, uno de los fotógrafos españoles más premiados por sus imágenes documentales y de reportaje, ha publicado de la mano de photoCLUB (Anaya Multumedia) una interesantísima obra titulada El Arte de la Fotografía Documental. Una odisea entre el cielo y el infierno, en la que da una vibrante visión de primera mano del trabajo del fotógrafo centrado en la documentación social y las vicisitudes que atraviesa para realizar su labor.
Es un libro sobre fotografía documental en el que no se enseña nada que tenga que ver con la técnica fotográfica, las cámaras o el equipo. El foco del autor se orienta decididamente a poner al lector en contacto con la realidad, muchas veces las penurias emocionales y físicas, que el fotorreportero afronta para desarrollar su trabajo.
Para conseguir este objetivo, inicia el libro con tres capítulos en los que de forma divulgativa cuenta qué es un proyecto documental, cómo se prepara y documenta antes de iniciar la realización del trabajo, cómo acceder a lugares y situaciones no fácilmente accesibles y cómo puedes llegar a conseguir la invisibilidad que te permite captar imágenes espontáneas en entornos extraños. En estos capítulos desgrana algunos conocimientos sobre la importancia de los intermediarios locales (fixer) para abrirte puertas y comunicarte en otras lenguas o los consejos sobre cómo comportarte en culturas ajenas.
Sánchez-Monge advierte en la introducción de su libro que nada de lo contenido en él es algo que te enseñen en las escuelas de fotografía. Creo que tiene bastante razón, especialmente, cuando en la segunda parte del libro incluye cinco capítulos cada uno de los cuales relata extensamente sus experiencias personales a la hora de plantear y desarrollar sendos trabajos documentales a cada cual más interesante: la vida en el basurero de Siem Reap, el calentamiento global, los ataques con ácido, la masacre de los rohinyá y la catástrofe humana causada en Filipinas por el tifón Haiyan en 2013.
A Sánchez-Monge le gusta escribir y en estos capítulos lo demuestra haciendo unas narraciones de las situaciones vividas que transmiten con realismo y crudeza el entorno en el que el fotógrafo documental, en este caso él en primera persona, se sumerge para realizar bien su trabajo en medio de situaciones de las que no es fácil no salir tocado por el estrés postraumático.
La biografía de Sanchez-Monge es cualquier cosa menos convencional. Sus Padres desarrollaban labores humanitarias en el Sáhara, estudió en Alemania y en España, habla fluidamente inglés, francés y español pero puede también expresarse en ruso, alemán y chino, esto último gracias a que su mujer es taiwanesa. Con ese bagaje en la mochila ha recorrido medio mundo especialmente el sureste asiático y ha cosechado numerosos premios internacionales.
El libro refleja a la perfección el resultado de su elección vital y su posicionamiento del lado de los desfavorecidos y las víctimas y también, por contraposición, cierta incomprensión hacia los valores y aspiraciones de los habitantes del mundo privilegiado.
Para ilustrar las 216 páginas que componen la obra, Sánchez-Monge ha decidido seleccionar imágenes tanto en blanco y negro como en color, que son posiblemente las más estético-artísticas de cada uno de sus reportajes. No eluden en modo alguno la crudeza de las situaciones, pero las reflejan con unos valores plásticos considerables. En este aspecto, es reseñable el cuidado del autor en el posprocesamiento de sus fotografías que está muy por encima de la media de los reportajes convencionales.
Creo que esta obra proporciona un baño de realidad que pone los pies en el suelo de quienes tienen la vocación de dedicarse a la fotografía documental y humanitaria.
La obra puede adquirirse a través de este enlace: El Arte de la Fotografía Documental. Una odisea entre el cielo y el infierno.
Y si te interesa el oficio de reportero, mira la reseña de este otro libro: La biblia del reportaje gráfico