Gracía-Alix del infierno al paraíso en Mallorca

Lo más cerca que estuve del paraíso es el título de la última exposición de Alberto García Alix en la que el leonés premio nacional de fotografía recoge lo más significativo de su obra realizada en Baleares, particularmente en Formentera a lo largo de los últimos 15 años y que se exhibdesde ayer y hasta el 9 de enero en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma de Mallorca, Es Baluard.

Son 56 fotografías en su habitual blanco y negro realizadas en Formentera, Ibiza y Mallorca entre 1994 y 2010, así como un diaporama de 200 imágenes con música creada para la proyección por el bonaerense Daniel Melingo.

El fotógrafo, que ha pasado por Formentera casi todos los veranos en los últimos 20 años y ha realizado allí la mayoría de las imágenes de la muestra, no cree que éstas tengan características distintivas más allá de la relajación que producía en su mirada la isla a la que acudía para regenerarse.

Durante muchos años tuvo problemas con las drogas y las estancias en la isla le resultaban sanadoras: «Paella, sol y playa, eso levanta a un muerto», dice García-Alix. En «Lo más cerca que estuve del paraíso» el fotógrafo presenta, sobre todo, a personas retratadas con «complicidad» y «cercanía», ya sean niños, amigos, amantes o desconocidos que han posado ante su cámara.

La sucesión de todos ellos, de otros retratos y de las imágenes de lugares reunidas en el diaporama conforma «una narración sobre las islas y sobre los personajes que salen en las fotos», y también sobre sí mismo, ha apuntado el artista, cuya obra es eminentemente autobiográfica.

De hecho, ha explicado que sus paisajes «tienen mucho de autorretrato» por cuanto reflejan mejor que las fotos de personas su «momento emocional», que suele ser más fructífero para la fotografía «cuando uno está triste».

García-Alix ha comparado su trabajo con el de «un forense», y ha definido la fotografía como «el espejo de un mundo condenado a desaparecer», un «certificado de presencia y, sobre todo, un certificado de ausencia».

No obstante, no hay nostalgia en su mirada sobre la Formentera a la que llegó en 1989, convertida hoy en otra isla porque «todo cambia». «El Mediterráneo siempre será el Mediterráneo», ha asegurado el fotógrafo, para quien «el mar regenera todo».

El artista, que se inició en el oficio en Madrid en 1976 montando un laboratorio, sigue aferrado a la fotografía analógica y al blanco y negro, porque no le tiene «fe» a «lo digital»: «Necesito hacer una foto y rezar, y soñar lo que hay», ha argumentado.

«Aprendí así y me expreso así. Me gusta la poesía del blanco y negro», ha sostenido García Alix, quien ha bromeado sobre si la acelerada desaparición de la fotografía analógica, que cada día le dificulta más encontrar los materiales tradicionales, le obligará a retirarse o a hacer de químico y fabricarse su propia película.

Es Baluard, que ha recogido «Lo más cerca que estuve del paraíso» en un catálogo coeditado por La Fábrica. Alberto García-Alix impartirá un taller los días 13, 14 y 15 de septiembre en Museo Es Baluard, en el que podrán participar doce personas con un nivel avanzado de fotografía. El fotógrafo intercambiará su trabajo y experiencia con los participantes al taller, cuya inscripción cuesta 180 euros.

1 COMENTARIO

  1. Sin duda, una excelente exposición; porque son fotos buenas, porque son fotos hechas por García Alix, porque dispara de corazón a corazón, porque las madura en químicos y las positva en baritado, porque al rezar solo pasan las fotos buenas.
    La fotografía analógica, como la pintura, nunca desaparecerá.

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