Francesca Woodman, Ser un Ángel, gran retrospectiva en la Fundación Canal

Nació en 1958 y hoy tendría 61 años si un día de 1981 no hubiera decidido dejarse caer desde la ventana de su apartamento neoyorkino. Aquel día su cuerpo descendió en el vacío, pero su obra empezó a elevarse en un vuelo que, poco a poco, la llevó a convertirse en autora de culto. Se llamaba Francesca Woodman y la Fundación Canal ofrece hasta el 5 de enero de 2020 la mayor retrospectiva de su obra que ha podido verse en España.

Las 150 obras que cuelgan en las paredes de la sala Canal son un recorrido por todos los estilos y etapas creativas de esta prolífica autora. A los 13 años recibió de su padre una cámara de regalo y, desde entonces, no dejó de situarse delante y detrás del objetivo para producir una larga serie de fotografías la mayoría autorretratos, la mayoría en blanco y negro, aunque la muestra inaugurada ayer nos permite también ver un escueto ejemplo de su producción en color.

Esta exposición con el título de Ser un ángel ha sido organizada por el Moderna Museet, de Estocolmo y permite tener una visión panorámica de los caminos creativos emprendidos por Francesca Woodman en sus escasos 10 años de producción. Dado lo temprano de algunas obras, se ve en ellas la incipiente inquietud de la estudiante que explora la expresividad de su cuerpo y también la evolución hacia imágenes maduras y logradas en las que tansita por el surrealismo la inspiración del clasicismo griego, la mitología, el estereotipo femenino…

En esta muestra sorprenden al visitante las dimensiones de algunas obras cuyo gran formato contrasta con las pequeñísimas copias que componen la mayoría del cuerpo de su obra. Por cierto, quizás convenga saber que en realidad el legado de Francesca Woodman se compone de más de 10.000 negativos y 800 copias, de las que sólo una cuarta parte han sido mostradas hasta hoy.

Francesca Woodman Fundación Canal

6 vídeos de Francesca Woodman

La exposición se completa con la proyección de Selected Video Works (“Obras en vídeo seleccionadas”, 1976-1978), una colección de seis vídeos cortos editados y publicados en 2004 por The Estate of Francesca Woodman.

En un catálogo de una exposición de 2011, Jennifer Blessing hace un profundo análisis de estos vídeos y afirma que, en ellos, las fotografías de Woodman parecen cobrar vida. Woodman aparece desnuda tras un gran pliego de papel en el que escribe lentamente su nombre. De nuevo, se vale de su cuerpo y deja que éste ocupe tanto la habitación como el plano a través de la cámara. Verla moverse y escuchar su voz es una experiencia increíblemente emocional: como espectadores, esta pieza nos permite acercarnos a su proceso creativo de manera distinta a sus imágenes fijas. Varios de los temas tratados en estos vídeos se superponen a los explorados en las fotografías: escultura y cuerpo, rincones de habitaciones, trazos y siluetas, y máscaras que a veces la artista se coloca.

Francesca Woodman

Pese a su prematura desaparición, Woodman produjo miles de imágenes, de las cuales The Estate of Francesca Woodman, en Nueva York, conserva alrededor de ochocientas. De estas, apenas se ha mostrado al público una cuarta parte en las diferentes exposiciones y publicaciones realizadas desde su muerte.

Resulta difícil determinar exactamente cuántas copias impresas de época se conservan de sus fotografías pues en muchas ocasiones Woodman escribía cartas en el reverso de sus fotografías y las enviaba por correo a familiares y amigos. Igualmente, la artista solía garabatear palabras, frases cortas o citas en muchas copias impresas, textos breves que desde entonces han hecho las veces de títulos de cada pieza en cuestión.

Si bien la exposición no se presenta como un recorrido cronológico, la obra de Francesca Woodman suele dividirse en cinco períodos macados por sendos hitos, como son las primeras obras, sus años en la RISD de Providence, su estancia en Roma, sus años en Nueva York -entre 1979 y su muerte en 1981- y su breve paso entre medias por la Colonia MacDowell en 1980, como explica Anna Tellgren, conservadora del Moderna Museet de Estocolmo y comisaria de la muestra. Estos cinco periodos no tienen una correspondencia estilística clara y definida en sus trabajos, pero sí en su recorrido vital y en el ordenamiento de su obra.

Criada en una familia de artistas (su padre, George, era pintor y su madre, Betty, escultora y su único hermano, Charles, es videoartista), Francesca mostró un talento precoz para la fotografía desde que a los 13 años su padre le regaló su primera cámara. Con ella lleva a cabo sus primeras obras, retratándose en los lugares en los que pasó su infancia, desde Boulder, el pueblo de Colorado residencia habitual de los Woodman, a Antella, un pueblo de la campiña italiana donde la familia veraneaba. Ya desde sus primeras imágenes Francesca experimenta con los elementos que acabarían componiendo su lenguaje único como el uso del blanco y negro, el formato cuadrado, la querencia por los autorretratos y los juegos de iluminación.

De este periodo se pueden observar algunas obras en la exposición que ya dan muestra de su prodigioso y precoz talento para la composición de imágenes únicas como Autorretrato a los 13 años Antella, Italia o alguna de la serie de instantáneas que tomó en el cementerio de Boulder, Colorado.

La madurez artística la alcanza irónicamente durante lo que se supone que es su periodo de formación, cuando pasa a ser estudiante de la Rhode Island School of Design (RISD) en Providence, Rhode Island, una de las escuelas de arte más antiguas de Estados Unidos. Allí recibió clases del reconocido fotógrafo Aaron Siskind.

Entre medias, una beca le permite pasar un el curso 1977-78 en Roma, en el marco de un programa para estudiantes destacados. Allí empieza a experimentar en mayor medida con las influencias surrealistas y futuristas, así como los ambientes decadentes. En otoño de 1978 obtuvo su titulación en Bellas Artes y expuso su serie Swan Song (“Canto del Cisne”, 1978) en la exposición que organizó la RISD para graduados de la escuela en la galería WoodsGerry.

Acabados sus estudios, Francesca Woodman se traslada a vivir a Nueva York en 1979 con la firme convicción de hacer carrera como fotógrafa. Allí tuvo varios empleos de corta duración como secretaria, asistente de fotógrafo y modelo. En su trabajo como asistente, Woodman conoció a varias modelos con las que colaboraría más tarde en sus particulares experimentos creativos, como por ejemplo la serie Blueprint for a Temple («Plano de un templo») en la que buscaba recrear la fachada de un templo griego utilizando modelos envueltas en togas, a la manera de cariátides, haciendo uso de la técnica de diazotipia y produciendo imágenes en color de gran formato.

Entre medias de su estancia en Nueva York, durante el verano de 1980, fue becaria en la Colonia MacDowell en Peterborough, Nuevo Hampshire, donde siguió experimentando tanto en temas (por ejemplo, exploró la relación de la naturaleza y el cuerpo) y técnicas como el uso del color.

Francesca Woodman Fundación Canal

Los resultados de los esfuerzos de Francesca Woodman por dedicarse profesionalmente a la fotografía no fueron lo inmediatos y exitosos que le hubiera gustado y este sería uno de los detonantes que le acabaría llevando a un estado depresivo que, en última instancia, provocaría su suicidio en enero de 1981 tras algún intento previo, cuando se dejó caer al vacío desde la ventana de su piso en el Lower East neoyorquino.

El reconocimiento artístico de Francesca Woodman empezó a producirse poco después de su muerte. Una de las fechas claves sería 1986, cuando se celebró en el museo del Wellesley College la primera gran retrospectiva de la obra de Francesca Woodman, organizada por Ann Gabhart en colaboración con Rosalind Krauss. La muestra recorrió más tarde varios museos universitarios estadounidenses. Sus primeras exposiciones europeas tuvieron lugar en 1992, en el Shedhalle de Zúrich y el Westfälischer Kunstverein de Münster (Alemania), organizándose otra muestra 1993 en el Kulturhuset de Estocolmo, que después recalaría en el Museo Finlandés de Fotografía. El éxito de las imágenes de Francesca desde entonces ha sido imparable y, hasta la fecha, se han celebrado en Europa y Estados Unidos al menos medio centenar de exposiciones distintas sobre la obra fotografa, siendo la última de ellas laque se puede visitar en la Fundación Canal.

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