Una mañana temprano en el campo o, simplemente, en el pequeño jardín trasero de una casa puede estar lleno de joyas fotográficas siempre que haya un buscador de tesoros dispuesto a encontrarlas. La fotografía de este post nos permite ver cómo algo tan sencillo como una telaraña puede convertirse en un atractivo sujeto fotográfico bajo determinadas condiciones. Ésta de la imagen fue fotografiada después del riego del jardín y por ello se formó un delicado rosario de perlas de agua que quedaron suspendidas de los finos hilos de la telaraña durante unos minutos.
En casos como éste, lo fundamental es que el fotógrafo tenga una cierta capacidad de previsualización que, por otra parte, es algo que se adquiere con la práctica. Esa capacidad de prever nos permitirá saber de antemano que un sujeto, visto con un determinado objetivo, puede ofrecer una imagen atractiva.
Los objetivos fotográficos macro le abren al fotógrafo un mundo nuevo por descubrir. Más allá del mundo de los insectos y las flores, multitud de otros objetos muestran apasionantes imágenes cuando son mirados de cerca, muy de cerca. Más allá de donde el ojo nos suele mostrar.
La imagen fue tomada con una cámara Canon 20D que llevaba un objetivo macro de focal fija, el Canon EF 100MM f/2.8 USM. La velocidad de obturación fue de 1/60s a f/6,3 con una sensibilidad de 400 ISO.