1001 fotografías que hay que ver antes de morir

La editorial Grijalbo ha publicado uno de esos libros de grueso volumen y tapa dura que son tan propicios para los regalos navideños y que, en este caso al menos, recogen una obra de gran interés. Se trata de  1001 fotografías que hay que ver antes de morir, un título cuya edición ha corrido a cargo de Paul Lowe y que lleva un prefacio de Fred Ritchin.

A la hora de hacer recopilaciones como esta, la primera opción que debe de tomar el autor es decidir cuál será el criterio bajo el que se agrupen las imágenes. En esta ocasión, Paul Lowe ha escogido la que probablemente fuera la opción más sencilla, el orden cronológico.

Si abrimos el libro por su índice vamos a encontrar en él una larga lista en la que línea a línea figuran todas las décadas que han transcurrido desde los años 20 del siglo XIX hasta la década que estamos ahora viviendo.

Si bien la ordenación a partir de ese criterio es sencilla, no lo es decidir cuáles son las 1.001 fotografías incluidas en la publicación y que el editor ha tenido que seleccionar entre los millones de imágenes que ha producido la humanidad desde que la fotografía fue inventada.

Entre el millar de fotografías recogidas hay algunas “imprescindibles” porque se han convertido a lo largo del tiempo en iconos de nuestra civilización, otras se han ganado la entrada para figurar en el libro porque su autor es igualmente “inevitable”, pero hay también muchas otras imágenes y nombres de fotógrafos que pueden resultar desconocidos para muchos de los lectores y que suponen una apuesta por parte del editor, su labor y su mérito.

Las imágenes incluidas en las primeras décadas de la historia de la fotografía tienen una cierta homogeneidad por cuanto que en un inicio, los géneros fotográficos no estaban aún muy marcados. Sin embargo, a medida que la sucesión de páginas de este voluminoso tomo nos hace avanzar en el tiempo, se van contraponiendo imágenes muy diversos de enfoques e intención variada: fotoperiodismo, retrato, fotografía artística, moda, foto documental, paisaje, fotografía industrial, arquitectura, aérea, callejera, deportiva, científica…

Por lo que se refiere al nombre de los fotógrafos, me parece más contraproducente que favorable el citar sólo algunos porque, por supuesto, están todos aquellos que podríamos esperar, todos los que han logrado la gloria del reconocimiento y afloran a los labios de cualquiera que tenga que realizar una enumeración. Pero, en realidad, el listado es mucho más rico que simplemente eso porque muchos de los nombres que apenas nos suenan o, directamente, desconocemos, son autores cargados de interés a juzgar por la imagen o imágenes que Paul Lowe ha seleccionado para incluir en esta recopilación.

La puesta en página de las fotografías a lo largo del libro es muy sencilla. Aquellas imágenes que tienen un mayor despliegue ocupan una página junto con el texto que las explica y, en el resto de los casos, dos imágenes con su correspondiente texto explicativo comparten una misma página de las 960 que contiene el libro.

Los textos de acompañamiento son ilustrativos bien de las circunstancias que rodean a la toma, bien de la realidad que ésta capta o bien de algún apunte en relativo a la biografía del autor.

El libro está muy bien impreso y de nuevo tengo que decir que en China, origen que se está convirtiendo en un marchamo de buena calidad de impresión. También la encuadernación, en tapa dura y con cuadernillos cosidos, está a la altura de la obra y asegura un buen envejecimiento del tomo ya que, dado su volumen, de otra manera, el uso acabaría desencuadernándolo.

El libro puede ser adquirido en el siguiente enlace: 1001 fotografías que hay que ver antes de morir

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