Marina Abramovic en La Fábrica

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La tercera individual de Marina Abramovic en La Fábrica Galería mostrará por primera vez la nueva serie The Kitchen. Homage to Saint Therese (La cocina: Homenaje a Santa Teresa). Este proyecto, producido por el Teatro de la Laboral de Gijón y el Gobierno del Principado de Asturias consta de 9 fotografías en color y blanco y negro de los diversos performances que la artista realizó recientemente en Gijón sobre Santa Teresa de Ávila.
La exposición que se inaugurará en La Fábrica Galería el viernes, 6 de noviembre, a las 20.00h. es el precedente a la gran retrospectiva Marina Abramovic: The Artist Is Present que realizará el MoMA de NY en la primavera del 2010.
«A principios del siglo XXI, se puede afirmar que ningún otro artista de performances tiene la proyección internacional de Marina Abramovic.  Desde hace más de treinta años, su obra ha sido un motivo para reconsiderar la relación entre teatro y performance y para cuestionar los usos políticos extremos y sagrados del cuerpo humano…» (Steven Henry. Crítico e Historiador).
La Fábrica Galería presenta The Kitchen. Homage to Saint Therese (La cocina: Homenaje a Santa Teresa), un proyecto realizado en las cocinas de la sede de La Laboral en Gijón en mayo del presente año. Marina Abramovic se ha inspirado para realizar el proyecto en la vida de Santa Teresa de Ávila y uno de los textos que ha usado como referencia para este proyecto son  las siguientes notas de Santa Teresa de Ávila sobre sus experiencias de levitación:
«Aunque el éxtasis nos trae el gozo, la debilidad de nuestra naturaleza al principio nos asusta y necesitamos ser resolutivos y valientes de alma… Ocasionalmente he podido resistirme, pero a coste de un gran agotamiento, por lo que luego me sentiría como si hubiera estado luchando con un gigante poderoso.
Otras veces, la resistencia ha sido imposible: mi alma se ha ido, es más, como una norma mi cabeza tampoco sin mí puede evitarlo; a veces mi cuerpo entero ha estado influido hasta el punto de ser elevado desde el suelo. Parecía que cuando intentaba resistirme una gran fuerza me levantara. Confieso que me metía de lleno un gran miedo, un gran miedo es más al principio: viendo un cuerpo que se eleva de la tierra, aunque el espíritu se detiene (con gran dulzura como sin resistencia), los sentidos no se pierden; al fin era tanto yo como poder ver que estaba siendo elevada… Después el éxtasis se terminó, Tengo que decir que mi cuerpo parecía a menudo flotar, como si todo el peso hubiera ido, tanto que de vez en cuando apenas supe que mis pies tocaban el suelo…»
El eje de la producción de Marina Abramovic (Belgrado, 1946) se halla en su propio cuerpo, un territorio para la experimentación y el cambio, soporte de su trayectoria artística. La artista concibe sus acciones como un espacio para la liberación de sus fantasmas personales, pero también como un modo de relacionarse con la realidad. Para Abramovic, el cuerpo humano es «a la vez condición, oportunidad e impedimento; un punto de partida existencial para cualquier desarrollo espiritual».
Los trabajos más conocidos de Marina Abramovic (León de Oro a la mejor artista de la Bienal de Venecia, 1997) son sus performances, objetos, vídeo instalaciones y acciones registradas para dramatizarse en escenografías de fuerte barroquismo conceptual. El eje de su producción se halla en su propio cuerpo, como dice Alberto Sánchez, un territorio para la experimentación y el cambio, soporte de toda su trayectoria artística.
A comienzos de los años 70, Marina Abramovic inauguró el uso de la performance como una nueva forma de arte visual al investigar y explorar sus límites físicos y psíquicos en algunas de las obras más icónicas del arte contemporáneo. La artista se ha convertido con sus acciones, absolutamente indisociables de su propia experiencia vital, en una de las artistas más importantes del llamado body art. En una intensa -y en ocasiones arriesgada- búsqueda de las limitaciones físicas y mentales, construye una suerte de purificaciones rituales encaminadas a liberarla de su pasado. Su cuerpo es su principal médium y sujeto, desde las primeras performances sonoras en su Yugoslavia natal hasta sus trabajos con el artista alemán Ulay (Frank Uwe Laysiepen), asimismo, sus vídeos exploran la cultura Balcánica y más recientemente re-actúa performances históricas de artistas tales Vito Acconci, Bruce Nauman y Valie Export.
Abramovic ocupa un lugar prominente en casi cualquier estudio sobre el arte de la performance y sus obras hacen parte de las colecciones permanentes de los museos más importantes del mundo como el Musée National d’Art Moderne, Centre Pompidou, París; el Stedelijk Museum, Amsterdam; y el Museum of Modern Art, Nueva York. En 2005 en el Museo Guggenheim de Nueva York, Abramovic protagonizó una famosa serie de performances durante una semana entera titulada Seven Easy Pieces. Su «instalación en vivo» de doce días, The House with the Ocean View fue designada por varias publicaciones de arte como la mejor exposición del año 2002, y recibió el León de Oro en la Bienal de Venecia del 1997 por su vídeo instalación / performance Balkan Baroque.

La tercera individual de Marina Abramovic en La Fábrica Galería mostrará por primera vez la nueva serie The Kitchen. Homage to Saint Therese (La cocina: Homenaje a Santa Teresa). Este proyecto, producido por el Teatro de la Laboral de Gijón y el Gobierno del Principado de Asturias consta de 9 fotografías en color y blanco y negro de los diversos performances que la artista realizó recientemente en Gijón sobre Santa Teresa de Ávila.

La exposición que se inaugurará en La Fábrica Galería el viernes, 6 de noviembre, a las 20.00h. precede a la gran retrospectiva Marina Abramovic: The Artist Is Present que realizará el MoMA de NY en la primavera del 2010.

«A principios del siglo XXI, se puede afirmar que ningún otro artista de performances tiene la proyección internacional de Marina Abramovic.  Desde hace más de treinta años, su obra ha sido un motivo para reconsiderar la relación entre teatro y performance y para cuestionar los usos políticos extremos y sagrados del cuerpo humano…» (Steven Henry. Crítico e Historiador).

La Fábrica Galería presenta The Kitchen. Homage to Saint Therese (La cocina: Homenaje a Santa Teresa), un proyecto realizado en las cocinas de la sede de La Laboral en Gijón en mayo del presente año. Marina Abramovic se ha inspirado para realizar el proyecto en la vida de Santa Teresa de Ávila y uno de los textos que ha usado como referencia para este proyecto son  las siguientes notas de Santa Teresa de Ávila sobre sus experiencias de levitación:

«Aunque el éxtasis nos trae el gozo, la debilidad de nuestra naturaleza al principio nos asusta y necesitamos ser resolutivos y valientes de alma… Ocasionalmente he podido resistirme, pero a coste de un gran agotamiento, por lo que luego me sentiría como si hubiera estado luchando con un gigante poderoso.

Otras veces, la resistencia ha sido imposible: mi alma se ha ido, es más, como una norma mi cabeza tampoco sin mí puede evitarlo; a veces mi cuerpo entero ha estado influido hasta el punto de ser elevado desde el suelo. Parecía que cuando intentaba resistirme una gran fuerza me levantara. Confieso que me metía de lleno un gran miedo, un gran miedo es más al principio: viendo un cuerpo que se eleva de la tierra, aunque el espíritu se detiene (con gran dulzura como sin resistencia), los sentidos no se pierden; al fin era tanto yo como poder ver que estaba siendo elevada… Después el éxtasis se terminó, Tengo que decir que mi cuerpo parecía a menudo flotar, como si todo el peso hubiera ido, tanto que de vez en cuando apenas supe que mis pies tocaban el suelo…»

El eje de la producción de Marina Abramovic (Belgrado, 1946) se halla en su propio cuerpo, un territorio para la experimentación y el cambio, soporte de su trayectoria artística. La artista concibe sus acciones como un espacio para la liberación de sus fantasmas personales, pero también como un modo de relacionarse con la realidad. Para Abramovic, el cuerpo humano es «a la vez condición, oportunidad e impedimento; un punto de partida existencial para cualquier desarrollo espiritual».

Los trabajos más conocidos de Marina Abramovic (León de Oro a la mejor artista de la Bienal de Venecia, 1997) son sus performances, objetos, vídeo instalaciones y acciones registradas para dramatizarse en escenografías de fuerte barroquismo conceptual. El eje de su producción se halla en su propio cuerpo, como dice Alberto Sánchez, un territorio para la experimentación y el cambio, soporte de toda su trayectoria artística.

A comienzos de los años 70, Marina Abramovic inauguró el uso de la performance como una nueva forma de arte visual al investigar y explorar sus límites físicos y psíquicos en algunas de las obras más icónicas del arte contemporáneo. La artista se ha convertido con sus acciones, absolutamente indisociables de su propia experiencia vital, en una de las artistas más importantes del llamado body art. En una intensa -y en ocasiones arriesgada- búsqueda de las limitaciones físicas y mentales, construye una suerte de purificaciones rituales encaminadas a liberarla de su pasado. Su cuerpo es su principal médium y sujeto, desde las primeras performances sonoras en su Yugoslavia natal hasta sus trabajos con el artista alemán Ulay (Frank Uwe Laysiepen), asimismo, sus vídeos exploran la cultura Balcánica y más recientemente re-actúa performances históricas de artistas tales Vito Acconci, Bruce Nauman y Valie Export.

Abramovic ocupa un lugar prominente en casi cualquier estudio sobre el arte de la performance y sus obras hacen parte de las colecciones permanentes de los museos más importantes del mundo como el Musée National d’Art Moderne, Centre Pompidou, París; el Stedelijk Museum, Amsterdam; y el Museum of Modern Art, Nueva York. En 2005 en el Museo Guggenheim de Nueva York, Abramovic protagonizó una famosa serie de performances durante una semana entera titulada Seven Easy Pieces. Su «instalación en vivo» de doce días, The House with the Ocean View fue designada por varias publicaciones de arte como la mejor exposición del año 2002, y recibió el León de Oro en la Bienal de Venecia del 1997 por su vídeo instalación / performance Balkan Baroque.

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