Nan Goldin bebió en la fuentes de Diane Arbus y enfocó su objetivo hacia esa parte marginal de la sociedad que devuelve a la cámara imágenes que causan desasosiego. Sin embargo, a diferencia de Arbus, Goldin no era una mera espectadora-provocadora sino que compartía con sus sujetos vida e inquietudes.
Su contacto cn la fotogafía fue temprano ya que tenía sólo 15 años. Pero fue definitivo. La cámara se convirtió en un elemento catártico mediante el cual Goldin se relacionaba con su entorno y hacía que esas relaciones y esos momentos de vida de los que era protagonista o espectadora quedaran cristalizados en imágenes.
En 1979, en un club de Nueva York, hizo por primera vez una exhibición de su obra mediante la proyección de una serie de imágenes bajo el título de La Balada de la dependencia sexual. Ese título permaneció a lo largo del tiempo para dar cobijo a la proyección de sus series fotográficas que poco a poco iban cambiando con nuevo material fotográfico y luego, con el tiempo, sirvió también para titular una película de 45 minutos en la que se plasma una suciesión de instantáneas.
Antes de dar el salto a los circuitos del arte Goldin vivió su vida agitada y desordenada con los protagonistas de sus imágenes e ingresó también en un centro de desintoxicación. En 1992 expuso por primera vez en una galería y luego empezó a cosechar éxito y reconocimientos que llevaron su obra a museos y prestigiosas salas y a ella a recibir recompensas y condecoraciones.
En este interesante documental subtitulado en español, Nan Goldin narra en primera persona las circunstancias de las fotografías que muestra.
Hay en la actualidad muchos imitadores de este gran fotógrafo pero sólo Nan Goldin. En su tecnica permanece lo crudo de la vida.