Ética y fotografía, ácidas críticas de Antonio Cabello a fotógrafos reconocidos

La mesa redonda de la Bienal de Fotografía de Córdoba dedicada a Responsablidad y ética de los fotógrafos ha demostrado que el tema es tan interesante como polémico. Uno de los componentes de la mesa, Antonio Cabello, director de la revista Arte Fotográfico desde hace décadas; criticó de manera ácida a muchos fotógrafos de prestigio tales como Carlos Pérez Siquier (por “comercializar” imágenes realizadas sin permiso de los protagonistas), Henri Cartier-Bresson (“todas las fotos que tiene son robadas”), Cristina García Rodero (“no le gusta que le hagan fotos pero ella hace fotos de cualquiera y las comercializa”), Juan Manuel Castro Priero (por “ridiculizar” a seres frágiles) o Sebastiao Salgado.

En su intervención, Antonio Cabello también tuvo reproches para Gervasio Sánchez (“lo único que hace es caja: en Madrid lo llaman el señor de los 3.000 euros”) o Isabel Muñoz (“se jacta de que nunca ha pagado por una foto”). Cabello cree que “cuando fotografías la tragedia, la pobreza en grado extremo, qué menos que aportar algo”. “La libertad de expresión tiene limitaciones”, indicó.

Creo que no todas esas críticas personales son justas ni matizadas, pero si llevamos la reflexión hacia un campo más conceptual, lo cierto es cuando se toman en consideración las limitaciones que el derecho impone a la captación, reproducción y transmisión de fotografías, surge un dilema importante entre el derecho a la imagen y el derecho a la información y la creación artística, un dilema no resuelto y que da para muchos debates donde el punto de vista del Derecho y el del fotógrafo es fácil que no coincidan.

Precisamente, otro de los miembros de la mesa, Alberto Cabello, abogado e hijo de Antonio; habló sobre la colisión de derechos. El derecho de autor, afirmó, “nunca está por encima del de la imagen”. Por otra parte, en el ámbito informativo, “el fotoperiodismo es indispensable para comunicar en un mundo civilizado y libre”. “Todos hemos hecho fotos furtivas en alguna ocasión”, añadió, “y además las distribuimos sin consentimiento por las redes sociales y WhatsApp.

Alberto Cabello considera que es necesaria una mayor “concienciación acerca de los derechos de imagen”, que incluyen el honor y la intimidad personal, y explicó que “no solamente se produce delito cuando hay lucro” con una imagen: “simplemente en la difusión”. Por desgracia, en numerosos países “muchas personas no tienen capacidad para defender sus derechos”. El abogado indicó que el fotógrafo tiene “la obligación de respetar los derechos fundamentales del individuo allá donde se encuentre”

¿Deberíamos “borrar” la foto del beso de Times Square o la de la madre inmigrante de nuestro imaginario colectivo y con ellas decenas de imágenes icónicas publicadas y distribuidas que reflejan a personas captadas sin su consentimiento? ¿Es lógico que los rostros de los menores occidentales sean velados en las fotografías que se publican en medios de comunicación mientras que los niños del tercer mundo pueden aparecer desnudos y a cara descubierta? La respuesta no es sencilla y además las posibles alternativas conllevan siempre una pérdida bien de intimidad bien de riqueza informativa.

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