¿No trabajas en RAW? te contamos las diferencias con JPG

¿Aún te preguntas si debes capturar tus fotografías en RAW o en jpg? La verdad es que se trata de una decisión importante, así que conviene tener toda la información al respecto. Acabo de publicar un post en el blog de Panasonic titulado El reto y la oportunidad de trabajar en formato RAW que os invito a leer. A continuación reproduzco aquí la primera parte.

Todas las cámaras réflex, las cámaras sin espejo y una gran parte de las cámaras compactas ofrecen la posibilidad de grabar las fotografías en formato RAW. Para muchos el formato RAW sigue siendo un gran desconocido pero, si verdaderamente te gusta la fotografía, deberías considerar las grandes ventajas que conlleva capturar tus imágenes en este formato.

Por si eres de esos que   se dejan convencer por los números, te diré que la gran diferencia entre una imagen en jpg y una imagen en formato RAW es que mientras la primera contiene sólo 256 colores, una imagen captada en formato RAW tendrá al menos 4.096. Como se ve, la diferencia es abismal.

¿Por qué ocurre eso si las dos se captan con la misma cámara? La respuesta se encuentra en lo que pasa después de apretar el botón de disparo. Si hemos seleccionado el formato jpg, inmediatamente tras la toma, el procesador de la cámara aplicará el balance de blancos a la imagen, efectuará ajustes de enfoque, de saturación y de contraste y luego comprimirá la información captada por el sensor, la reducirá a 8 bits y desechará el resto, por eso se quedará sólo con 256 valores de los 4.096 captados inicialmente. Después de hacer todo eso, graba el fichero en la tarjeta en formato jpg.

Cuando disparamos en RAW el proceso es mucho más sencillo, simplemente la cámara coge toda la información captada por el sensor y la graba en la tarjeta sin hacerle ningún ajuste ni comprimirla.

En realidad, si nunca vas a actuar sobre tus fotografías y te basta con enseñarlas tal como han salido de la cámara, la imagen en jpg puede ser una opción perfectamente válida. Ahora bien, si en algún momento estás valorando la posibilidad de editar tus imágenes para que tengan mejor aspecto, el formato RAW es insustituible. Contiene toda la información de la escena en bruto e inalterada. Podemos trabajar sobre ella para ajustar el balance de blancos a nuestro gusto, para tratar la saturación o el contraste, para subir la exposición o aumentar la luz en las sombras… Si hacemos todo eso con un jpg la calidad de la imagen se resentirá notablemente, con el RAW, no.

Si quieres ver una lista de las ventajas y desventajas de cada uno de los sistemas, te invito a leer el post que he publicado en el blog de Panasonic, donde soy respuesta a esas cuestiones:  El reto y la oportunidad de trabajar en formato RAW 

A la izquierda, la imagen procedente de un fichero en formato RAW. Aún después de ser ajustada en un programa de edición como Photoshop, muestra un histograma completo, con información en todo el espectro. A la derecha una imagen en formato jpg, después de ser editada, muestra un histograma en forma de peine, es decir con huecos en el espectro, donde falta información. FUENTE: Blog de Panasonic

A la izquierda, la imagen procedente de un fichero en formato RAW. Aún después de ser ajustada en un programa de edición como Photoshop, muestra un histograma completo, con información en todo el espectro. A la derecha una imagen en formato jpg, después de ser editada, muestra un histograma en forma de peine, es decir con huecos en el espectro, donde falta información. FUENTE: El reto y la oportunidad de trabajar en formato RAW

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