Zoe Leonard: Fotografías

A través de una selección de alrededor de cien obras se presenta el  trabajo más significativo de Leonard, desde los años setenta hasta la actualidad. Muchas de ellas son dípticos, trípticos o están compuestas por varias fotografías, el caso extremo es Analogue, conformada por unas cuatrocientas fotos.

Modelo anatómico en cera, 1990

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía acoge la primera gran muestra que se puede ver en España de la fotógrafa  Zoe Leonard (Liberty, Nueva York, 1961), quien sin embargo goza de enorme reconocimiento internacional. La exposición ha sido organizada por el Fotomuseum Winterthur a partir de una idea original de Urs Stahel y en España ha sido comisariada por Lynne Cooke, subdirectora de Conservación, Investigación y Difusión del Museo Reina Sofía.

Los temas que trata Zoe Leonard son –según sus palabras– “los que le mueven”: cascadas, el océano, cosas que le sobrecogen… Otras veces son evidencias de nuestra cultura: cosas que le gustan, le disgustan o le enojan. La fotógrafa ha mostrado siempre especial interés por los contrastes que se ponen de manifiesto en lo que le rodea: la civilización enfrentada a la naturaleza, lo industrial frente a lo manufacturado, la globalización…

Sus primeras fotografías reflejaban sobre todo paisajes, pero la crisis del sida le llevó a implicarse en movimientos activistas que le condujeron hacia otra dirección, aunque no de una manera obvia. Leonard se mueve entre la naturaleza y la cultura a través del paisaje urbano y el mundo de los museos en busca de señales que le permitan comprender sus contrastes, sus semejanzas y sus interrelaciones.

En sus fotografías aparecen pautas de la existencia urbana moderna, el trabajo y la vida, a través de su mirada observamos mapas y modelos anatómicos,  escaparates, museos y tiendas, la lucha de género, la estructura del pensamiento y el recuerdo. Su mirada idiosincrásica se traduce en fotografías subversivas por su búsqueda de información, no convencionales por su enfoque y mordaces por lo que revelan. Son fotografías primero desechadas y luego repetidas hasta que la imagen fotográfica cobra forma; dicho de otro modo, hasta que la vista, el contenido y el tema se imbrican en su totalidad, hasta que se funden en una sola cosa.

Para Leonard la invención y la imaginación no forman parte de su obra, sino que son el recuerdo y la observación precisa. La fotografía es intrínseca a la observación, es estar en el presente y tener una inequívoca perspectiva sobre él, sobre el mundo que le rodea.

 Analogue

La obra más trascendente por envergadura y tiempo empleado en su ejecución es, sin duda, Analogue que se compone de alrededor de 400 fotografías en color. Comenzó a realizarla en el otoño de 1998 y fue expuesta por primera vez en el Wexner Center de Columbus, Ohio, en 2007. Ese mismo año se pudo ver también en la Documenta 12 de Kassel. El pasado mes de noviembre formó parte de Derrotero, la exposición de Zoe Leonard para el ciclo comisariado por Lynne Cooke en la Fundación Dia Art, en el Hispanic Society de Nueva York y recientemente ha sido adquirida por el Museo Reina Sofía, que ahora la incluye en esta exposición.

Según explica Lynne Cooke en el catálogo, Analogue se compone de secciones o capítulos, “cada uno de los cuales está formado por un grupo de fotografías organizadas conforme a su propia cuadrícula. Esta estructura crea un diálogo interesante entre la monumentalidad del conjunto, el grupo más pequeño de la sección y cada imagen individual”.

Zoe Leonard, por su parte, comenta al referirse a la obra: “Sabía que tenía que ser grande, que para poder transmitir la inmensidad del tema, tenía que resultar abrumadora. Y al mismo tiempo no quería que los espectadores tirasen la toalla desanimados por algo tan básico como el tamaño; quería despertar el interés de la gente por mirar, pensar y establecer conexiones. Así que intenté buscar la manera de darle claridad formal y convertirla en una experiencia placentera para la vista (…) No quería recurrir al texto explicativo ni a los títulos. No quería que los espectadores leyesen sino que mirasen (…) Para contar lo abrumadoras que son las relaciones mundiales en la actualidad y cómo nuestras vidas están dejando de existir dentro de estructuras locales, temporales, específicas y conocidas, era preciso recurrir a una gran escala. Mi intención era hacer un retrato de quiénes somos actualmente como cultura y como civilización (…) Para mí, esta obra habla de una situación económica y política contemporánea, pero también de cómo encontrar una forma de vivir en este mundo hoy en día. Las cosas que hacemos y los residuos que generamos constituyen una prueba de quiénes somos, de lo que creemos y de cómo nos tratamos. Lo que significa tener una relación con el mundo. No se me ocurre nada más profundo, más espiritual ni más esencial para el proyecto de ser un ser humano”.

“Ver la instalación requerirá mucho tiempo; un tiempo que refleja metafóricamente el que has dedicado a crear Analogue’”, le comenta Cooke a Zoe Leonard en una conversación mantenida en 2007 y que se reproduce en el catálogo. La comisaria de la muestra concluye que “este marco que integra física, temporal y geográficamente los planos macro y micro, global y local, constituye una estructura que da sentido a Analogue’”.

La técnica

Durante los primeros años como fotógrafa, Zoe Leonard sólo utilizó el blanco y negro para sus trabajos, huyendo de los grandes formatos. En ese momento sólo hizo fotos analógicas, impresas en papel baritado y copia mate o semimate, sin retoques, polvo y arañazos incluidos, como parte perceptible del proceso, siempre con el borde en negro del negativo, que define y enmarca lo visto. Juego de opuestos -afirma Manuel Borja en el texto introductorio del catálogo- “antiinformalismo consciente de la forma, fotografía anticonvencional consciente de la imagen…”.

Leonard emplea procesos de impresión concretos: dye transfer, fotograbado, platino, gelatina de plata, alguno de ellos prácticamente obsoleto, pero todos ellos importantes en su trabajo. La artista trabaja generalmente con imágenes durante mucho tiempo, copiándolas en distintos tamaños y papeles, probando diferentes productos químicos y exposiciones hasta que encuentra la impresión final. Nunca las retoca y mantiene las imperfecciones que el proceso fotográfico pueda producir; el reborde negro le sirve para enmarcar y envolver lo que se ve, definiéndolo como un fragmento de la realidad y la totalidad de lo que se ha fotografiado.

 Catálogo

Con motivo de la exposición se ha editado un catálogo con textos de Urs Stahel, Elisabeth Lebovici y Svetlana Alpers; además se incluye una conversación sobre la obra Analogue entre la comisaria, Lynne Cooke y Zoe Leonard grabada en un estudio del Wexner Center de Columbus, Ohio, en junio de 2004; una relación de sus principales muestras individuales y colectivas así como una extensa bibliografía. También aparecen las fotografías de todas las obras expuestas.

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