Florilegium, la ideación botánica IA de Fontcuberta, en la Universidad de Navarra

En el centro de la reflexión y la creación de Joan Fontcuberta ha estado siempre el concepto de la fotografía como continente de no-verdad o, si se quiere, de la mentira. En apoyo de esa visión, ha escrito y ha creado numerosos ensayos y series a lo largo de los años, estas mediante el uso sucesivo de nuevas técnica y tecnologías que le permitían la alteración de las fotografías directas o la creación de imágenes sintéticas.

Florilegium es un paso más, el último hasta el momento, una exposición (Museo de la Univerisidad de Navarra hasta junio) de imágenes botánicas que pueden ser tan bellas como falsas ya que para su realización Fontcuberta ha empleado doblemente la inteligencia artificial. Por un lado, para generar la morfología de los ejemplares y, por otro, para aplicar a la imagen el estilo de los referentes elegidos por el fotógrafo.

A simple vista, nadie diría que las obras colgadas en el MUN no son ejemplares reales. Su colorido, formas y movimiento nada hacen sospechar. Incluso sus nombres animan a pensar en especímenes estudiados y catalogados con rigor científico: Funga mutaphila, Lathirus oleracerus, Linderdina modulata… Sin embargo, no podremos encontrar ninguna de estas plantas en las páginas de ningún Dioscórides.

El artista se ha servido de la Inteligencia Artificial para crear una flora imaginaria fascinante, que se mueve entre la realidad y la ficción. Florilegium se inspira en los grabados y los dibujos de flora latinoamericana del siglo XVIII, de la Colección Museo Universidad de Navarra. A partir de la Ilustración, surgió en Europa el deseo de descubrir nuevas civilizaciones, lo que dio origen a expediciones que contaban con científicos e ilustradores en sus filas. De su labor de observación de la vegetación, surgieron los cuadernos de dibujos y los volúmenes de expediciones y tesoros. Estos trabajos, explica Valentín Vallhonrat, director artístico el MUN, “recogen los esfuerzos por describir y clasificar las especies botánicas, incluyendo las nuevas incorporaciones del reino vegetal descubiertas en el siglo XVIII”.

Fontcuberta parte de estos trabajos para generar sus propias especies, que llevan nombres también de su invención, como la Levenfelda Augusta, en homenaje al director artístico del MUN, Rafael Levenfeld, que falleció el pasado noviembre. Con ello, el artista dialoga con la exposición Una tierra prometida. Del siglo de las luces al nacimiento de la fotografía, que puede visitarse en el Museo Universidad de Navarra hasta el próximo mes de agosto.

“El algoritmo puede generar inexistentes flores «reales» (por ejemplo, orquídeas o tulipanes)”, pero también, cuenta Fontcuberta, puede “inventar morfologías florales perfectamente convincentes pero que no existen en la naturaleza”. Y va un paso más allá: “Estas morfologías, además, para rizar el rizo, pueden ser representadas en el estilo visual que prefiramos, como el de Walter Hood Fitch cuando dibujó las orquídeas que James Bateman recopiló en México y Guatemala o como el de Karl Blossfeldt o el de la wildlife photo de National Geographic, porque los estilos también se supeditan a estilemas discernibles que pueden ser aprendidos por los algoritmos. Con un clic puedo convertir las pinturas de Fitch en fotografías de mi propio estilo”.

Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) regresa al MUN después de exponer Camouflages en 2016. Ha realizado numerosos proyectos con el mundo vegetal como protagonista, como la serie Herbarium (1982-85). Cuatro décadas después, rehace esta serie y propone nuevas especies imaginarias. Si bien en el primer trabajo parodiaba las fotografías de especímenes botánicos realizadas por el alemán Karl Blossfeldt, ahora en Florilegium sustituye el collage de objetos y la fotografía convencional que utilizó entonces por las nuevas herramientas de visualización algorítmica, sirviéndose de mecanismos de la Inteligencia Artificial (IA).

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