17 Milagroso. Babalú Ayé

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17 Milagroso. Babalú Ayé es el título de la exposición fotográfica que ofrece la Casa de América hasta el próximo 24 de mayo, con la obra de ocho fotógrafos españoles que han reflejado con su cámara uno de los ritos afrocubanos de sincretismo religioso, tan abundantes en las Antillas.

Esta exposición es un recorrido artístico de la festividad de San Lázaro, una de las tradiciones más populares de Cuba. Más de 70 fotografías, y ocho visiones de un mismo rito que nos acercan al surrealismo mágico habanero puramente representado en esta festividad.

Los ocho fotógrafos que participan en este viaje colectivo a San Lázaro son: Cristina García Rodero (Puertollano, 1949), Pep Bonet (Mallorca, 1974), Juan Manuel Díaz Burgos (Cartagena, 1951), José María Mellado (Almería, 1966), Miquel Torres (Mallorca, 1974), Raúl Ortega (Ciudad de México, 1963), Raúl Cañibano (La Habana, 1961) y Alain Pantaleón (La Habana, 1980), además de Sergi Agusti (vídeo-montaje).

La exposición es un recorrido artístico, más que puramente documental, de la festividad de San Lázaro que se celebra cada 17 de diciembre en El Rincón, Cuba. Un increíble peregrinaje en que la mirada de cada uno de los ocho fotógrafos que participan en la colectiva nos adentra en un mundo que nos puede parecer lejano y atemporal, un mundo suspendido. Así, a través de las fotografías nos sumergimos en una de las tradiciones más populares de Cuba, en que los fotógrafos nos adentran, instantánea a instantánea, en el surrealismo mágico habanero, puramente representado en la festividad de San Lázaro.

Los ocho fotógrafos que participan en este viaje colectivo a San Lázaro son: Pep Bonet (Mallorca, 1974), Raúl Cañibano (La Habana, 1961), José María Díaz Burgos (Cartagena, 1951), Cristina García Rodero (Puertollano, 1949), José María Mellado (Almería, 1966), Raúl Ortega (Ciudad de México, 1963), Alain Pantaleón (La Habana, 1980) y Miquel Torres (Mallorca, 1974). Desde la diversidad y excepcionalidad de sus miradas se nos acerca la riqueza simbólica, social y religiosa de este peculiar rito cubano.

El humo de las velas y de los tabacos se mezcla con los olores agridulces del camino. Mujeres, niños, hombres de todos los estratos se juntan como en un sólo cuerpo camino del santuario a la espera de que el santo derrame sus beneficios sobre ellos y haga que se cumplan sus deseos. Y dónde los elementos africanos y cristianos se fusionaron para crear algo nuevo, distinto, ni puramente africano ni estrictamente católico. Un culto que ha evolucionado a medida que la práctica se ha extendido y que han permanecido vivo y cambiante hasta hoy. Este conjunto de fotografías despierta nuestra curiosidad y fascinación por un rito vivo que sobrepasa una concepción puramente religiosa.

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