Hoy se inaugura oficialmente la 35 edición de ARCO que permanecerá abierta hasta el 28 de febrero para recibir a los miles de visitantes profesionales y aficionados que aprovechan la singular oportunidad que ofrece este evento para tener una visión de primera mano del arte que se crea en el mundo.
Parece que fue ayer pero lo cierto es que ARCO, la gran Feria del Arte Contemporáneo de España que se celebra anualmente en Madrid, lleva ya 35 años de singladura desde que abrió por primera vez las puertas en 1981.
Millones de visitantes, miles de coleccionistas, galerías y artistas se anotan en su balance y la presente edición es extraordinaria porque reúne a las galerías más importantes de su historia, por primera vez todas juntas. Son 221 de 27 países que permiten al visitante dirigir la vista tanto al arte que se crea en Europa como al que le da la réplica en Sudamérica.
La fotografía, por supuesto, está presente. A lo largo de todos estos años, la historia de la fotografía como arte ha ido evolucionando y hoy comparte galerías y paredes con otras formas de expresión plástica, en igualdad de condiciones.
Quedaron atrás los días en los que la fotografía estaba recluida en el gueto de las galerías especializadas y si eso ha ocurrido es porque las nuevas generaciones de creadores no se definen mayoritariamente como fotógrafos, pintores o escultores, sino como artistas que se dan a sí mismos la libertad de escoger en cada momento el medio plástico que más conveniente les parezca para expresar sus ideas.
En una rápida primera impresión de ARCO 35, me ha parecido apreciar que este año parte de la fotografía presente en la feria ha recuperado los formatos «normales» y se ha alejado de la inmensas piezas que parecían dominar la fotografía presente en el circuito del arte. Es cierto que de autores como José María Ballester, por ejemplo, se encuentran aquí y allá en distintas galerías piezas inmensas con el acostumbrado y carísimo dibon con metacrilato. Pero también es cierto que en muchas otras galerías se vuelve a ver obras en formatos mucho más reducidos y enmarcados con passepartout a la manera tradicional. Es así por supuesto con las obras clásicas de autores fallecidos como Man Ray o Maplethorpe -porque en sus épocas no se estilaban las copias de dos metros y medio- pero también lo es con autores vivos y en activo que han decidido que sus obras se pueden disfrutar a otra escala.
Acudir a ARCO es todo un ritual para miles de personas, pero para aquellos que no tengan la oportunidad de hacerlo, la web Artsy dedica un amplio espacio a mostrar las obras que las distintas galerías han traído a Madrid, no es lo mismo, pero es sin duda una forma de tener una referencia de los caminos del arte: obra participante en ARCO 35, por galerías
Debajo una de las obras que ha causado más revuelo, con su artista encerrado y desnudo.
