La galería Espaciofoto de Madrid ofrece hasta el 23 de mayo una exposición en la que con una temática común, el paisaje, ha reunido la obra de tres fotógrafos de diferente estética y orientación que profundizan en este género tan ligado a la fotografía desde sus orígenes.
La propuesta lleva por nombre «Paisajes posibles» y en 44 imágenes -cuyo precio va de los 300 a los 1.200 euros- muestra el resultado de tres miradas distintas, las de José Ramón Cuervo-Arango, Agustín López Bedoya y José Quintanilla.
José Quintanilla: mi casa, mi árbol
José Quintanilla concibe el paisaje como la relación entre el hombre y el territorio que lo rodea. Este proyecto presenta una serie de fotografías que muestran la relación entre casas y árboles, elementos constructivos y vegetales, lo humano frente a lo natural. Oasis de soledad, metáforas del abandono rural, fruto de una sociedad desorientada que ensalza como valores únicos el progreso y el éxito económico, tan acelerada que no recuerda sus orígenes y que ha perdido sus propias raíces. Para la producción de la serie se han envejecido de manera artesanal papeles de algodón de alta calidad con tintes naturales y óxidos que, una vez secados, se han copiado mediante tintas pigmentadas con técnica giclée, lo que convierte cada una de las fotografías en piezas únicas.
La música de cámara de José Ramón Cuervo-Arango
Hace muchos años que José Ramón Cuervo-Arango está ligado al mundo de la fotografía y quienes la siguen se han podido topar con su nombre en revistas como Nueva Lente o Arte Fotográfico por mencionar dos extremos. Su mirada clásica al paisaje busca la armonía y la belleza en la naturaleza donde encuentra una fuente inagotable de significado, misterio y disfrute. En sus fotografías en blanco y negro, positivadas por el propio autor en pequeños formatos, la técnica fotográfica y el resultado final de la copia son parte decisiva de la obra.
Los santuarios de silencio de Agustín López Bedoya
López Bedoya es un fotógrafo de series construidas sobre una base conceptual o temática. En esta exposición presenta su obra en dípticos que ofrecen un dialogo entre ermitas rupestres y su entorno. Esculpidas en su mayoría en la Alta Edad Media, son humildes y apartados refugios a los que los ermitaños se retiraban para practicar oración y penitencia, con el único deseo de alcanzar la paz del alma y la pureza de corazón a través de la “fuga mundi”. Las obras incluyen textos relacionados con el tema, que se integran en sus fotografías formando parte de conjunto final.
