Private Eyes, la Colección de Laurence Miller en Valladolid

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La exposición Private Eyes. Fotografías de la Colección Laurence Miller, en itinerancia por España, ha recalado en la Sala Municipal de Exposiciones de San Benito de Valladolid donde permanecerá hasta el 14 de marzo. La muestra reúne algunas de las piezas más representativas de la fotografía internacional, con un enfoque particular en la fotografía norteamericana. Las 70 imágenes seleccionadas de esta colección de Laurence Miller, suponen un repaso por la historia de la fotografía desde los inicios del siglo XX hasta hoy.

Artistas como Diane Arbus, Aaron Siskind, Ray K. Metzker, Helen Levitt, Lee Friedlander y Harry Callahan, forman parte no solamente de la colección privada de este coleccionista,  que asistirá a la inauguración de su exposición en Valladolid- sino también de su propia biografía: Miller ha tenido la suerte de haber establecido con la mayoría de ellos una intensa y fructífera relación personal. Por este motivo, él mismo define su colección como una “autobiografía no autorizada”.

Su interés por coleccionar la obra de artistas poco conocidos en su momento, guiándose únicamente por su gusto y su intuición, le han permitido atesorar, después de más de 30 años, una colección original con piezas que en muchos casos son grandes clásicos de la fotografía.

El título de la exposición hace referencia a la mirada de un tipo de fotógrafo que el propio Miller describe como “un artista dedicado a la búsqueda constante del significado y el placer, que dedica la mayor parte del día a trabajar en privado y a quien no le importa (ni necesita) la fama, el reconocimiento o las recompensas económicas”.

“Los años 70 fueron estupendos para la fotografía (…). Las fotografías las realizaban profesionales que estaban orgullosos de serlo, los conservadores eran especialistas en historia de la fotografía y tenían conocimientos suficientes sobre arte en general, y los escasos coleccionistas estaban maravillados con este medio mágico que parecía tan fresco y joven”. Así cuenta Miller cómo empezó a coleccionar fotografía: lo hizo porque era un medio nuevo, con muchas posibilidades, totalmente abierto a la creación y asequible económicamente. No era, sin embargo, algo exento de riesgo: apostar por un artista desconocido fue, y sigue siendo, toda una declaración de intenciones para este coleccionista y galerista neoyorkino, cuya colección está enteramente dedicada a este medio.

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Fotografías enérgicas

Laurence Miller empezó su contacto con la fotografía a través de la galería Light de Nueva York, a la que se incorporó en 1974; allí exponían la mayoría de artistas con quienes Miller estableció pronto una relación cordial y cercana: Callahan, Siskind, Thomas Barrow… Sin embargo, su gusto cambió cuando decidió dejar esta galería y abrir la suya propia: a partir de este momento decidió apostar por artistas cuya obra estaba por entonces poco conocida, hecho que a él le permitía elegir las mejores imágenes. La idea que predominaba a la hora de elegir era siempre la misma: la energía. “Quiero la misma energía que se puede apreciar en un excelente lienzo de Bonnard, Severini o De Kooning, o incluso de Picasso o de Matisse, y la energía intelectual de un Sol LeWitt. Metzker la tiene, Callahan a veces y Peter Keetman también; Michael Spano y Lee Friedlander también la tienen”, afirma.

Precisamente de Lee Friedlander es una de las imágenes más representativas de la exposición: la fotografía Galax, Virginia, de 1962, muestra la habitación de un motel en la que destaca una televisión encendida. Friedlander, conocido sobre todo por sus instantáneas urbanas en blanco y negro, que realizan a modo de documental una radiografía de la América de los años 60 y 70, es uno de los fotógrafos más admirados por Miller, y esta fotografía es una de sus favoritas. Otra de sus fotografías preferidas corresponde a Brassaï: se trata de Monastic Brothel, una imagen de los años 30 del siglo pasado que muestra el interior de un burdel parisino dominada por la luz de cuatro bombillas, la geometría del suelo y los arcos de la pared: define lo que Miller admira en una fotografía, la “combinación exagerada de formas abstractas” y es, según él, una de las imágenes más enérgicas de su colección.

Las imágenes seleccionadas para esta exposición son, en la mayoría de los casos, clásicos en blanco y negro de la fotografía. Por ejemplo, la fotografía de Helen Levitt New York City (Kids with masks), una imagen de 1939 que representa tres niños en una escalera con máscaras de cartón: Levitt se sintió muy atraída por los niños, por los retratos de gente anónima en las calles de Nueva York, y ésta es una de sus imágenes más representativas. Sin embargo, también hay otras fotografías que estallan de color, como en los retratos de gente anónima de la calle de Bruce Wrighton.

En la colección de Miller también hay muchas otras instantáneas que son plasmaciones de su propia vida, sus recuerdos y sus viajes. En este sentido, destacan un autorretrato de Shoji Ueda (Me and my cat, 1948) y algunas instantáneas de Joan Colom.  A pesar de la disparidad de temas y géneros, las imágenes que forman parte de la colección de Miller tienen un denominador común: están elegidas para que encajen unas con otras pero que, al mismo tiempo, sean diferentes y siempre tengan valor pictórico. Y, además, que no les falte el sentido del humor, algo muy presente en las imágenes de Gary Brotmeyer (Man in a nose suit, 2000) y Eadward Muybridge, cuya imagen de una gallina alcanzada por un torpedo es uno de los primeros ejemplos de secuencia fotográfica (Animal Locomotion: Chicken and torpedo, 1887).

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LAURENCE MILLER

Laurence Miller lleva más de treinta años dedicado a la fotografía, no sólo como comisario y galerista, sino también como coleccionista. Comenzó trabajando en la galería Light Gallery, y en 1984 fundó su propia galería, Laurence Miller Gallery, que con sede en Nueva York se ha convertido en una de las galerías de fotografía de referencia a nivel mundial.

Entre las exposiciones que ha realizado la galería destacan las que ha dedicado a Diane Arbus (2007), Lee Friedlander (2005), Eugène Atget (2004) y Berenice Abbott (2003).

Laurence Miller trabaja con museos y colecciones privadas y corporativas de todo el mundo y su galería representa el trabajo de algunos de los maestros de la fotografía moderna y contemporánea, entre los que destacan, Helen Levitt o Jakob Tuggener.

A diferencia de otros coleccionistas que buscan obras singulares, iconos en la carrera de una artista en concreto, Laurence Miller opta por coleccionar una selección de artistas en profundidad. Siguiendo con esta línea, la exposición reúne la obra grandes fotógrafos. Para Miller, lo que todos estos artistas tienen en común, es  que trabajan el medio fotográfico de una manera original y única, la mayoría de las veces para ellos mismos y no con fines comerciales o para obtener más fama.

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