La mayor antológica de Toni Catany en la Sala Canal de Madrid

El apoyo de la Comunidad de Madrid a la fotografía sigue una excelente trayectoria. Después de las muestras dedicadas a Vivian Maier y  Robert Doisneau en la Fundación Canal de la madrileña Plaza de Castilla, ahora es la Sala Canal de Isabel II (Santa Engracia, 125) la que toma el relevo al exponer la obra de un gran nombre de la fotografía española, Toni Catany. Autor de imagen amable y un tanto pictórica, desgraciadamente ya desaparecido, fue galardonado en el año 2001 con el Premio Nacional de fotografía que concede el Ministerio de Cultura de España y ahora revive en una antológica con el título Cuando ir era volver.

Con 140 imágenes, la exposición de la Sala Canal de Isabel II es la más completa dedicada al fotógrafo y en ella aparecen reflejados los viajes que realizó y los recuerdos que conservó de su Mallorca natal, de Barcelona, del Mediterráneo y del resto de los lugares del mundo por donde transitó. La exposición permanecerá abierta hasta el 15 de enero y ha sido organizada en colaboración con La Pedrera de Barcelona y la Fundación Toni Catany, que conserva el archivo y la colección del fotógrafo.

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Yo conocí a Toni Catany (Llucmajor, Mallorca, 1942 – Barcelona, 2013) en los primeros años 80 en el Círculo de Bellas Artes. Estábamos en plena Movida Madrileña pero él situaba su fotografía al margen de las alocadas tendencias de aquel momento y se centraba en temas clásicos que siguieron siendo a lo largo de su trayectoria constantes con las que desarrolló su maestría y su buen hacer como creador de iconos visuales: bodegones, desnudos, lugares urbanos convertidos en obras de arte por la fragmentación… La enumeración no es diferenciadora ni distintiva pero si lo fue la sensibilidad y la estética personales con las que Catany abordó esos temas mil veces transitados. Lo hizo con acierto y el mercado premió la amabilidad y estética de sus composiciones con unas buenas ventas en las más de cien exposiciones individuales que realizó a lo largo de su vida.

La muestra que se ofrece ahora en Madrid se compone de 140 fotografías que recorren su trayectoria desde 1967 hasta una de sus últimas series, Altares profanos (2009) y algunos bodegones (2012). También se exhiben algunos de los objetos que fotografió, recuerdos que hablan de sí mismo y de sus viajes.

De formación autodidacta, Toni Catany llegó a Barcelona en 1960 para estudiar Ciencias Químicas y empezó su carrera como fotógrafo haciendo reportajes de viajes. Sin embargo, desde un primer momento, se decantó por temáticas alejadas del realismo documental imperante en l época y desarrolló una línea de trabajo muy personal. Para él, viajar era encontrarse con uno mismo y ahondar en el interior de los temas que le apasionaban: naturalezas muertas, retratos, desnudos y paisajes urbanos.

En 1979 se dio a conocer internacionalmente con un trabajo fotográfico sobre naturalezas muertas, para el que utilizó la antigua técnica del calotipo. Mediante este método trabajó sus géneros preferidos, pero también empleó el heliograbado o el tiraje al carbón platino-paladio, junto a otras técnicas más modernas, como la polaroid transportada. En sus últimos años, utilizó una cámara digital, que le permitió reproducir una gama de colores más puros.

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