Javier Ayuso, fotografías y palabras en EFTI

El centro de fotografía EFTI ofrece hasta el 20 de octubre una exposición individual de Javier Ayuso con 13 imágenes de gran formato agrupadas bajo el título de Me queda la palabra.

Hace tiempo que Ayuso discurre en fotografía por una senda que no es nueva pero está poco transitada: la incorporación de la palabra como elemento central de la obra. Fruto de ese empeño, el autor ha creado varias series – Slogans, Pintadas, La Palabra Impresa, Citizen Words- en las que se inscribe la presente muestra. El juego creativo consiste en alterar entornos fotografiados con un punto de vista «objetivo» introduciendo en ellos bien frases bien palabras sueltas con una intención variada que va del ingenio a la ironía.

Como presentación de la muestra Francisco Carpio ha escrito el siguiente texto:

En la fotografía contemporánea, un ámbito de creación en el que existe un número cada vez mayor de artistas que utilizan en su trabajo palabras, frases, párrafos enteros, con esta doble significación, formal y/o conceptual. Este es igualmente el caso de Javier Ayuso, un fotógrafo –vale decir, un creador visual- al que yo calificaría doblemente de JASP (Joven Aunque Sobradamente Preparado), y también de JASPPP (Joven Artista Seducido Por el Poder de las Palabras)… y este es igualmente el caso de las obras que nos presenta.

Sus fotografías son literalmente (y nunca mejor dicho) un lenguaje imaginado de letras, de palabras, de textos. Imaginado porque a la gasolina de la imaginación le añade la bujía de las imágenes y el carburador de la poesía. Pues no otra cosa que poemas visuales son en gran medida estas fotos. Poemas escritos con luz; escrituras de luz; fotografías. Si al -por todos conocido- proverbio oriental: “Una imagen vale más que mil palabras” le añadiéramos ahora su espejo: “Una palabra vale más que mil imágenes”, nos quedaría algo más que un palíndromo textual, tal vez un empate técnico. ¿Y qué tal si decimos, algo así?: Una imagen-palabra vale tanto como una palabra-imagen… Afirma Rod Slemmons, “las palabras entran en nuestros cerebros a lomos de las imágenes. Las imágenes entran en el cerebro a lomos de las palabras […] La coreografía de imagen / palabra / palabra / imagen no es fácil de componer. Pero cuanto más difícil es, más posibilidades hay de cualificar o clarificar el mundo más amplio que es su fuente. Cerebros y lomos, lomos y cerebros, este es, debe ser, el camino.

Cuando Javier Ayuso, citando a Blas de Otero, ese ángel fieramente humano, ese redoble de conciencia poética, dice: “Me queda la palabra”, lo que realmente quiere decir es que le queda la palabra para explicar-alumbrar la imagen, porque la suya es una obra de espejos (¿no es acaso toda fotografía un espejo?) en la que no se sabe bien dónde está la frontera del azogue, si en la superficie del texto o en la piel de la plástica. Y aunque al quedarle la palabra pareciese que la imagen no estuviera invitada a esta fiesta, la realidad (o la irrealidad, ya que hablamos de fotografías construidas, escenificadas, ficcionalizadas) es que lo visual juega un papel prácticamente igual de importante que lo textual. Me queda la palabra porque me queda –también- la imagen… Una voluntad y una decisión que aparecen bien reflejadas, sobre los espejos de sus fotografías, a lo largo de las distintas series que presenta: Slogans; Pintadas; La palabra impresa o Trabajos sin nombre. En todas y en cada una de ellas las palabras se filtran –y se infiltran- sin cesar en los territorios iconográficos: definen espacios, nominalizan ausencias, visualizan ideas y lemas, se convierten en cuerpos eléctricos, en huellas pigmentadas sobre el lienzo de la naturaleza o de la ciudad (Stop / Solo / Sexo / Rip / Off / Cop…), se convierten en el hilo y en el tejido de las prendas, en las costuras y en las hechuras de las ropas, iluminan edificios y alumbran consignas (Te rascas si te pica, Se cambian buenos días por días de mierda, Con tu puedo y con mi quiero…).

A nuestro artista le queda la palabra y a ti, lector-espectador, te queda el derecho y el deber de disfrutar y de ver-leer estas bien construidas, bien escritas fotografías.

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