El eterno diálogo pintura fotografía en Barcelona

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La relación pintura fotografía y viceversa es un viejo tema que acompaña al medio desde su nacimiento en el siglo XIX. Los préstamos de una a otra, las reinterpretaciones, los caminos de ida u vuelta han estado ahí desde el principio y forman parte de la historia del arte. Ahora CaixaForum en colaboración con la National Gallery de Londres, ha organizado una exposición que lleva por título Seducidos por el arte. Pasado y presente de la fotografía y que estará abierta al público hasta el 19 de mayo en su sede de Barcelona, para luego empezar su itinerancia. La exposición cuentan con un interesante programa de actividades paralelas que incluye conferencias y conciertos que puede verse en este enlace.

¿Qué relación existe entre la historia de la pintura, las primeras décadas de la fotografía y la obra de algunos de los fotógrafos actuales más innovadores? Gracias a las asociaciones propuestas por la muestra, el visitante descubrirá cómo los pioneros de la fotografía asumieron como propios los temas tradicionales de la pintura y cómo, a su vez, los fotógrafos contemporáneos han revisitado y reinterpretado los contenidos subyacentes en las imágenes de sus predecesores.

Organizada conjuntamente con la National Gallery de Londres, esta mirada sobre la influencia que ha ejercido la pintura de los grandes maestros en la fotografía se presenta en CaixaForum Barcelona siguiendo los géneros tradicionales -el retrato, el desnudo, la naturaleza muerta y el paisaje-, con un total de 130 obras. El visitante encontrará diálogos sorprendentes entre obras de grandes maestros como Turner, Gainsborough, Ingres, Vernet y Fantin-Latour, artistas contemporáneos como Craigie Horsfield, Rineke Dijkstra, Thomas Struth, Richard Learoyd, Ori Gersht y Beate Gütschow, y pioneros de la fotografía del siglo XIX como Julia Margaret Cameron, Gustave Le Gray y Roger Fenton.

La exposición se desarrolla en los siguientes ámbitos:

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La puesta en escena

La fotografía apareció en un momento, en la década de 1830, en que el arte era más accesible que nunca. Las grandes exposiciones y los museos públicos contribuyeron a difundir las imágenes de la pintura y la escultura. Los fotógrafos, que aspiraban a legitimar su arte, tomaron como referencia obras conocidas. ¿Podía competir seriamente la fotografía con ellas? Los contemporáneos no lo veían muy claro. Creían que la reproducción de la realidad por parte de la fotografía era demasiado literal, alejada de la síntesis expresiva y emotiva de la pintura. En la proximidad de las obras de arte, los fotógrafos afinaron su mirada y desarrollaron formas de expresión propias. En la actualidad, gracias a las tecnologías de la comunicación el arte está por todas partes. Los fotógrafos ya no tienen que imitarlo ni reproducirlo más o menos literalmente. Toman algunos de sus aspectos —la composición de un Rafael, la violencia o los colores de un Delacroix— y juegan con el imaginario del espectador y con el papel de la obra en la tradición cultural y visual para crear nuevos significados y provocar nuevas emociones.

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 El retrato

No hizo falta que la fotografía imitara la pintura para que los primeros retratos fotográficos provocaran una profunda impresión en los espectadores. En 1843, la poetisa Elizabeth Barrett manifestó su admiración tras haber contemplado los primeros daguerrotipos. Le parecía que transmitían de forma perfecta la presencia de la persona, mejor que la obra del más refinado de los grabadores. Los retratos sirven como recuerdo, y es por ello por lo que el primer modelo pictórico de los retratos fotográficos fueron las miniaturas pintadas, que han constituido también una referencia para artistas contemporáneos como Bettina von Zwehl. Posteriormente, para lograr profundidad psicológica se adaptó la técnica del claroscuro. Los adelantos de la química fotográfica permitieron ampliar la gama de tonos y matices. El objetivo era transmitir una imagen de la integridad humana que incorporara la consciencia, como 8 los grandes retratos de Van Dyck y Velázquez. La fascinación por las formas artísticas hace que los personajes retratados adopten las posturas y actitudes pensativas propias de la pintura realista. La tradición de retratos de grupo se actualiza en la obra de los artistas contemporáneos Tina Barney, Thomas Struth y Martin Parr, quienes, mediante el referente pictórico, muestran las relaciones de poder y de jerarquía que se establecen en el mundo familiar y profesional.

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 El cuerpo

A lo largo de los siglos, los artistas han idealizado el cuerpo humano. Las bellas artes lo convirtieron en un género perfectamente honorable: el desnudo. Los primeros fotógrafos chocaron con la dificultad de otorgar la misma aura artística a sus instantáneas de cuerpos desnudos. Se buscaron algunas soluciones. Por ejemplo: si el modelo ocultaba el rostro podía convertirse en una representación genérica del cuerpo humano. Al mismo tiempo, los artistas encontraron en la visión descarnada que la fotografía ofrecía del cuerpo humano un antídoto contra la idealización académica, y numerosos pintores empezaron a usar fotografías como referencia de sus obras. Algunos fotógrafos, como Eugène Durieu y Louis-Jean-Baptiste Igout, se especializaron en fotografías para pintores y escultores. Una clientela más numerosa se sentía atraída por el atrevido carácter de las imágenes, a menudo abiertamente eróticas. La fotografía contemporánea ha encontrado la forma de compensar el detallismo despiadado de la desnudez realista con composiciones que adaptan el ideal de belleza sublime del Renacimiento y las alegorías del Barroco.

 La naturaleza muerta

La naturaleza muerta es uno de los géneros fotográficos actualmente más extendidos, que puede encontrarse en todas partes: desde las salas de exposiciones hasta los anuncios y paquetes de comida congelada. En los orígenes de la fotografía, el tiempo de exposición se contaba por minutos. Para el fotógrafo, poder disponer de objetos inanimados en un entorno controlado suponía una gran ventaja. Las primeras naturalezas muertas fotográficas constituyen ejercicios técnicos, por ejemplo para captar distintos valores lumínicos sobre diferentes objetos de vidrio. Las fotografías eran en blanco y negro, incapaces de transmitir la luminosidad y el color vibrante de frutas y flores, por lo que se aplicaron virados en oro y barnices que intensificaban la profundidad de las sombras. De ese modo se desarrolló, con sutileza e inventiva, todo un repertorio de efectos monocromáticos. Si el pintor de naturalezas muertas del siglo XVII era como un propietario espiritualizado de la materia, los fotógrafos actuales han subvertido su lenguaje introduciendo en la escena elementos cotidianos, captando la destrucción y el marchitamiento, explosionando el orden y la belleza,

 El paisaje

El paisaje no ocupó el primer plano de las escenas pintadas hasta el siglo XVII. Los pintores de los siglos XVII y XVIII interpretaban la naturaleza, le atribuían valores morales y lo embellecían con elementos artificiosos y eruditos. A lo largo del siglo XIX se produjo una reacción respecto a esta concepción. Las primeras fotografías de paisaje fueron muy celebradas porque ofrecían una visión pura, libre de los amaneramientos del arte. La fotografía se presentaba como espejo de la naturaleza. En las primeras marinas fotográficas, los efectos meteorológicos estaban reproducidos con todo detalle, con la voluntad de captar la «poesía salvaje» del mar y del cielo. Las acuarelas de J. M. W. Turner fueron precursoras de esta forma de entender el paisaje, y la obra de algunos de los pioneros de la fotografía remite directamente a ellas. Los fotógrafos contemporáneos han vuelto atrás y han reintroducido en sus paisajes el imperativo alegórico y moral. En sus fotografías, el paisaje es recuerdo, emoción o reflexión espiritual.

 Los temas religiosos

La fotografía ofreció la posibilidad de acceder, con relativa facilidad, a reproducciones asequibles de grandes obras de arte de todos los tiempos. Algunos fotógrafos se especializaron en este ámbito y, casi como un reflejo, empezaron a componer escenas que imitaban temas y retomaban figuras y personajes de la pintura, como por ejemplo bebés en las posturas características de los angelotes de la pintura barroca. En este campo, la fotografía difícilmente podía competir con las obras maestras de la pintura. Estas fotografías de obras de arte, menospreciadas en su tiempo, son el antecedente de las fotografías construidas que, a lo largo del siglo XX, recrean algunas de las grandes obras de la pintura actualizándolas, reinterpretándolas, descomponiéndolas y leyendo sus distintos elementos desde una perspectiva crítica. La maternidad, por ejemplo, se ha convertido en un tema recurrente en la obra de numerosos fotógrafos. Ahora, la Virgen María y el Niño son de carne y hueso, y la fotografía, el espacio donde se definen nuevas formas de relación familiar.

 La guerra

Generalmente asociamos la fotografía de guerra con la proximidad y la inmediatez del fotoperiodismo contemporáneo. Pero existe otra tradición que arranca de la pintura histórica, representada en esta sala por la Batalla de Jemappes, de Émile-Jean- Horace Vernet. El cuadro representa una escena en distintos planos: el estado mayor, los heridos, las tropas en formación y, en la lejanía, el humo de las descargas. La forma de representar a las tropas es la misma que usaron los pioneros de la fotografía en su voluntad de ofrecer un testimonio histórico. La fotografía contemporánea, por el contrario, toma los distintos elementos que Vernet hacía convivir en su cuadro y los trata separadamente. Luc Delahaye retrata el rastro de humo tras el bombardeo; Simon Norfolk, los soldados en uniforme de combate. Otra dimensión de la fotografía de guerra la constituyen los retratos de militares, con una gran tradición en la historia de la pintura. Al principio, la fotografía buscaba la solemnidad de la puesta en escena. La fotografía actual, en cambio, muestra aspectos intangibles: las luces y sombras del duque de Wellington pintado por Goya, en la fotografía de Jorma Puranen; la transformación del aspecto de un chico en el paso de la vida civil a la vida militar, en la obra de Rineke Dijkstra.

 En el siguiente vídeo se puede escuchar una explicación sobre la muestra ofrecida por su comisaria

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